Indice - Literatura
PERIODO COLONIAL
PERIODO CLÁSICO
Alonso de Ercilla
(1533 - 1594)
1. Poeta épico de origen español.
2. Fue cortesano de Felipe II.
3. Viaja a América a los 21 años.
4. Recibe influencia de los grandes clásicos : Homero, Virgilio.
5. Extrae sus temas de las luchas al sur de América.
Obra:
La Araucana (Poema épico que canta la conquista de Chile).
PERIODO BARROCO
Sor Juana Inés de la Cruz
(1651 - 1695)
1. Su verdadero nombre fue : Juana de Asbaje.
2. Poeta y dramaturga colonial.
3. Representante máxima del barroco latinoamericano.
4. Recoge los aporte del conceptismo y del culteranismo.
5. Versatilidad en sus temas.
Obra:
El Cetro de José.
El Mártir del Sacramento.
El Divino Narciso.
Los empeños de una casa.
El Sueño, romances, sonetos, redondillas, décimas y villancicos.
Sátira Filosófica
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Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis :
si con ansia igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuesto parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?
Con el fervor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión ninguna gana;
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
PERIODO REPUBLICANO
ROMANTICISMO (1830 - 1880)
* Post - Independencia.
* Inestabilidad política.
* Caudillismo militar.
* Se exaltan los ideales de libertad.
REPRESENTANTES:
1. ESTEBAN ECHEVERRÍA
- Pensador y escritor argentino.
- Iniciador del Romanticismo Latinoaméricano.
- Los originales de su obra principal fueron hallados por Juan María Gutiérrez.
OBRA:
El Matadero, Elvira o La novia del Plata
2. JOSÉ HERNÁNDEZ
- Funda la nacionalidad argentina argentina a través de su obra donde retrata al gaucho.
OBRA:
Martín Fierro
1. Poema narrativo publicado en 1872, consta de dos partes.
2. Está escrito en castellano, pero con todos los matices del habla típica de los gauchos de la provincia de Buenos Aires a mediados del siglo XIX.
3. Escrito en octosílabos, suele predominar la rima consonante.
4. El poema es el fiel reflejo de la vida gauchesca, tanto en su aspecto social como en el psicológico. Martín Fierro es la encarnación del individualismo, de la libertad sobre la pampa que se extiende hasta el horizonte, frente a la ciudad civilizadora y progresiva.
3. JORGE ISAACS
- Novelista colombiano.
- Iniciador de la novela latinoamericana.
- Proviene de una familia judía conversa al catolicismo.
- Pasa parte de su juventud en la hacienda de su padre en el valle del Cauca.
OBRA:
María
El afecto infantil que unía a Efraín y María, luego del regreso de aquel tras seis años de ausencia, se ha transformado en un sublime amor juvenil. Sin embargo, no pueden consumar sus ansias de permanecer unidos para siempre, ya que María sufre un mal hereditario, el mismo que llevara a la muerte a su madre, padece de epilepsia, una enfermedad emotiva. Al enterarse de esto, el padre de Efraín prohíbe la relación entre los dos jóvenes.
Al mismo tiempo, se inician los preparativos para el nuevo viaje de Efraín, esta vez hacia Inglaterra, donde estudiará medicina. Una vez allá, los enamorados se comunican a través de cartas a lo largo de todo un año; sin embargo, luego de transcurrido éste, el mal de María se hace notar, cayendo gravemente enferma; al comunicárselo a Efraín, este parte de inmediato hacia Colombia, sus esfuerzos no pueden acelerar más su llegada, y pese a su voluntad de salvar a María, al llegar se entera de lo temido : María ya ha muerto, su cuerpo se encuentra bajo tumba. Desgarrado por la noticia, delira durante tres semanas, cuando logra recobrar la conciencia, visita la hacienda donde María pasara sus últimos días, la recuerda mucho más vivamente, finalmente visita su tumba, tras lo cual se pierde sobre su caballo en lo más inhóspito
de la naturaleza colombiana.
MODERNISMO
DEFINICIÓN:
* Nace en América en 1888.
* Movimiento de renovación literaria en América.
* Supone la liberación literaria de la influencia hispana.
* Recibe influencia de la poesía francesa.
* Fundador y máximo representante : Rubén Darío.
CARACTERÍSTICAS:
* Busca la belleza.
* Musicalidad y colorido.
* Elaboración de la forma.
* Nuevos metros y rimas.
* Elegancia.
* Exotismo del paisaje.
* Juego de la fantasía.
* Arte desinteresado.
PRECURSORES
José Martí: Versos Libres, Versos sencillos.
Manuel Gutiérrez Najera: Amor y lágrimas.
Manuel González Prada: Minúsculas y Exóticas.
REPRESENTANTES
Rubén Darío: Azul Prosas, Profanas.
José Enrique Rodó: Ariel.
Julio Herrera y Reissing : Los maitines de la noche.
OBRA DE RUBÉN DARÍO
AZUL (1888)
1. Inaugura el modernismo.
2. Se aleja de la influencia hispana.
3. Recibe influencia del Parnasianismo y Simbolismo franceses.
4. Conjunto de cuentos y poemas.
PROSAS PROFANAS (1896)
1. Cumbre del Modernismo.
2. Dominio de diversos metros y estrofas.
3. Temas : París idealizado, mundo exótico y deslumbrante.
CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA (1905)
1. Reflexiona sobre su obra poética.
2. Exalta lo latinoamericano contra la actitud materialista de los EE.UU.
3. Reflexión existencial y filosófica.
De Invierno
En invernales horas, mirad a Carolina.
Medio apelotonada, descansa en el sillón,
envuelta con su abrigo de marta cibelina
y no lejos del fuego que brilla en el salón.
El fino angora blanco junto a ella se reclina,
rozando con su hocico la falda de Alencón,
no lejos de las jarras de porcelana china
que medio oculta un biombo de seda del Japón.
Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño;
entro, sin hacer ruido; dejo mi abrigo gris;
voy a besar su rostro, rosado y halagüeño.
Como una rosa roja que fuera flor de lis;
abre los ojos; mírame, con su mirar risueño,
y en tanto cae la nieve del cielo de París.
(De Azul)
Sonatina
(fragmento)
La princesa está triste ... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave de sonoro,
y en un vaso olvidada se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos - reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz.
O en el rey de las Isla de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
(De Prosas Profanas)
Lo Fatal
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror ...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto.
Y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
y no saber a dónde vamos,
ni de donde venimos! ...
(De : Cantos de Vida y Esperanza)
REGIONALISMO
CARACTERÍSTICAS
1. Desarrollo de la Narrativa.
2. Se preocupa por conocer el ambiente físico y geográfico de América.
3. Se concibe la literatura como un instrumento de lucha social.
4. Utiliza las técnicas de la narrativa tradicional :
- Narrador omnisciente
- Narrador alejado del mundo que describe
- Narración lineal.
Dentro del Regionalismo podemos distinguir :
Novela de la Tierra (Lucha del hombre contra la naturaleza)
Ricardo Güiraldes: Don Segundo Sombra.
Rómulo Gallegos: Doña Bárbara.
Novela de la Revolución
Mariano Azuela : Los de Abajo.
Novela Indigenista
Jorge Icaza : Huasipungo.
Ciro Alegría : El Mundo es ancho y ajeno.
Doña Bárbara:
La familia Luzardo ha sido destruida por luchas contra una familia rival. El único sobreviviente es Santos Luzardo, éste recibe una notable educación en la capital; convertido en todo un hombre de ciudad, decide vender la hacienda que aún conserva en los llanos, para ello viaja a este lugar, donde se encuentra con la temible doña Bárbara.
Al enterarse de los abusos y atropellos cometidos por la cacica Doña Bárbara, quien en complicidad con el administrador Balvino Paiva, venía estafándolo, decide poner en orden las cosas conservando su propiedad.
De esta manera, se entabla un conflicto de lindes entre Santos Luzardo y Doña Bárbara; aquel acoge en su casa a la hija de esta : Marisela, y en tanto la va educando, también va naciendo entre ellos un romance.
Por su parte, Doña Bárbara se enamora de Santos Luzardo, quien le hace recordar al hombre que amó durante su juventud, convirtiéndose en rival de su propia hija. El asesinato de un peón de Luzardo, que permanece impune, desata la derrota de Doña Bárbara, quien en medio de su desvarío, decide internarse en medio de la inhóspita naturaleza, luego de dejarle una carta a Luzardo, donde declara como absoluta heredera de sus bienes a su hija Marisela.
Finalmente, Santos Luzardo y Marisela se casan, uniendo con dicho matrimonio también sus propiedades.
LECTURA: MARÍA : JORGE ISAACS
X
A mi regreso, que hice lentamente, la imagen de María volvió a asirse a mi memoria. Aquellas soledades, sus bosques silenciosos, su flores, sus aves y sus aguas, ¿por qué me hablaban de ella? ¿Qué había allí de María? En las sombras húmedas, en la brisa que movía los follajes, en el rumor del río... Era que veía el Edén, pero faltaba ella; era que no podía dejar de amarla, aunque no me amase. Y aspiraba el perfume del ramo de azucenas silvestres que las hijas de José habían formado para mí, pensando yo que acaso merecerían ser tocadas por los labios de María: así se habían debilitado en tan pocas horas mis propósitos de la noche.
Apenas llegué a casa, me dirigí al costurero de mi madre: María estaba con ella; mis hermanas se habían ido al baño. Después de contestarme el saludo, María bajó los ojos sobre la costura. Mi madre se manifestó regocijada por mi vuelta; pues sobresaltados en casa con la demora, habían enviado a buscarme en aquel momento. Hablaba con ellas ponderando los progresos de José, y Mayo quitaba con la lengua a mis vestidos los cadillos que se les habían prendido en las malezas.
Levantó María otra vez los ojos, fijándolos en el ramo de azucenas que tenía yo en la mano izquierda, mientras me apoyaba con la derecha en la escopeta; creí comprender que las deseaba, pero un temor indefinible, cierto respeto a mi madre y a mis propósitos de por la noche, me impidieron ofrecérselas. Mas me deleitaba imaginando cuán bella quedaría una de mis pequeñas azucenas sobre sus cabellos de color castaño luciente. Para ella debían ser, porque habría recogido durante la mañana azahares y violetas para el florero de mi mesa. Cuando entré a mi cuarto no vi una flor allí. Si hubiese encontrado enrollada sobre la mesa una víbora, no hubiera yo sentido emoción igual a la que me ocasionó la ausencia de las flores: su
fragancia había llegado a ser algo del espíritu de María que vagaba a mi alrededor en las horas de estudio, que se mecía en las cortinas de mi lecho durante la noche... ¡Ah! ¡Conque era verdad que no me amaba! ¡Conque había podido engañarme tanto mi imaginación visionaria! Y de ese ramo que había traído para ella, ¿qué podía yo hacer? Si otra mujer, bella y seductora, hubiese estado allí en ese momento, en ese instante de resentimiento contra mi orgullo, de resentimiento con María, a ella lo habría dado a condición de que lo mostrase a todos y se embelleciera con él. Lo llevé a mis labios como para despedirme por última vez de una ilusión querida, y lo arrojé por la ventana.
XI
Hice esfuerzos para mostrarme jovial durante el resto del día. En la mesa hablé con entusiasmo de las mujeres hermosas de Bogotá, y ponderé intencionalmente las gracias y el ingenio de P... Mi padre se complacía oyéndome: Eloísa habría querido que la sobremesa durase hasta la noche. María estuvo callada; pero me pareció que sus mejillas palidecían algunas veces, y que su primitivo color no había vuelto a ellas, así como el de las rosas que durante la noche han engalanado un festín.
Hacia la última parte de la conversación, María había fingido jugar con la cabellera de Juan, hermano mío de tres años de edad a quien ella mimaba. Soportó hasta el fin; mas tan luego como me puse en pie, se dirigió ella con el niño al jardín. Todo el resto de la tarde y en la prima noche fue necesario ayudar a mi padre en sus trabajos de escritorio.
A las ocho, y luego que las mujeres habían ya rezado sus oraciones de costumbre, nos llamaron al comedor. Al sentarnos a la mesa, quedé sorprendido al ver una de las azucenas en la cabeza de María. Había en su rostro bellísimo tal aire de noble, inocente y dulce resignación, que como magnetizado por algo desconocido hasta entonces para mí en ella, no me era posible dejar de mirarla.
Niña cariñosa y risueña, mujer tan pura y seductora como aquellas con quienes yo había soñado, así la conocía; pero resignada ante mi desdén, era nueva para mí. Divinizada por la resignación, me sentía indigno de fijar una mirada sobre su frente.
Respondí mal a unas preguntas que se me hicieron sobre José y su familia. A mi padre no se le podía ocultar mi turbación; y dirigiéndose a María, le dijo sonriendo:
—Hermosas azucenas tienes en los cabellos: yo no he visto de esas en el jardín.
María, tratando de disimular su desconcierto, respondió con voz casi imperceptible:
—Es que de estas azucenas sólo hay en la montaña.
Sorprendí en aquel momento una sonrisa bondadosa en los labios de Emma.
—¿Y quién las ha enviado? —preguntó mi padre.
La turbación de María era ya notable. Yo la miraba; y ella debió de hallar algo nuevo y animador en mis ojos, pues respondió con acento más firme:
—Efraín botó unas al huerto; y nos pareció que siendo tan raras, era lástima que se perdiesen: ésta es una de ellas.
—María —le dije yo—, si hubiese sabido que eran tan estimables esas flores, las habría guardado... para vosotras; pero me han parecido menos bellas que las que se ponen diariamente en el florero de mi mesa.
Comprendió ella la causa de mi resentimiento, y me lo dijo tan claramente una mirada suya, que temí se oyeran las palpitaciones de mi corazón.
Aquella noche, a la hora de retirarse la familia del salón, María estaba casualmente sentada cerca de mí. Después de haber vacilado mucho, le dije al fin, con voz que denunciaba mi emoción: «María, eran para ti; pero no encontré las tuyas».
Ella balbucía alguna disculpa cuando tropezando en el sofá mi mano con la suya, se la retuve por un movimiento ajeno a mi voluntad. Dejó de hablar. Sus ojos me miraron asombrados y huyeron de los míos.
Pasóse por la frente con angustia la mano que tenía libre, y apoyó en ella la cabeza, hundiendo el brazo desnudo en el almohadón inmediato. Haciendo al fin un esfuerzo para deshacer ese doble lazo de la materia y del alma que en tal momento nos unía, púsose en pie; y como concluyendo una reflexión empezada, me dijo tan quedo que apenas pude oírla:
«Entonces... yo recogeré todos los días las flores más lindas»; y desapareció.
Las almas como la de María ignoran el lenguaje mundano del amor; pero se doblegan estremeciéndose a la primera caricia de aquel a quien aman, como la adormidera de los bosques bajo el ala de los vientos.
Acababa de confesar mi amor a María; ella me había animado a confesárselo, humillándose como una esclava a recoger aquellas flores. Me repetí con deleite sus últimas palabras; su voz susurraba aún en mi oído: «Entonces, yo recogeré todos los días las flores más lindas».
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