Capítulo XXIV: Del trigo.
Ya que se ha dado relación de las aves, será justo la demos de las mieses, plantas y legumbres de que carecía el Perú. Es de saber que el primero que llevó trigo a mi patria (yo llamo así todo el Imperio que fue de los Incas) fue una señora noble, llamada María de Escobar, casada con un caballero que se decía Diego de Chaves, ambos naturales de Trujillo. A ella conocí en mi pueblo, que muchos años después que fue al Perú se fue a vivir a aquella ciudad; a él no conocí porque falleció en Los Reyes.
Esta señora, digna de un gran estado, llevó el trigo al Perú, a la ciudad de Rímac; por otro tanto adoraron los gentiles a Ceres por diosa y de esta matrona no hicieron cuenta los de mi tierra; qué año fuese no lo sé, mas de que la semilla fue tan poca que la anduvieron conservando y multiplicando tres años, sin hacer pan de trigo, porque no llegó a medio almud lo que llevó, y otros lo hacen de menor cantidad; es verdad que repartían la semilla aquellos primeros tres años a veinte y a treinta granos por vecino, y aun habían de ser los más amigos, para que gozasen todos de la nueva mies.
Por este beneficio que esta valerosa mujer hizo al Perú, y por los servicios de su marido, que fue de los primeros conquistadores, le dieron en la Ciudad de los Reyes un buen repartimiento de indios, que pereció con la muerte de ellos. El año de mil y quinientos y cuarenta y siete aún no había pan de trigo en el Cozco (aunque ya había trigo), porque me acuerdo que el Obispo de aquella ciudad, Don Fray Juan Solano, dominico, natural de Antequera, viniendo huyendo de la batalla de Huarina, se hospedó en casa de mi padre, con otros catorce o quince de su camarada, y mi madre los regaló con pan de maíz; y los españoles venían tan muertos de hambre que, mientras les aderezaron de cenar, tomaban puñados de maíz crudo que echaban a sus cabalgaduras y se lo comían como si fueran almendras confitadas. La cebada no se sabe quién la llevó; créese que algún grano de ella fue entre el trigo, porque por mucho que aparten estas dos semillas nunca se apartan del todo.
Ya que se ha dado relación de las aves, será justo la demos de las mieses, plantas y legumbres de que carecía el Perú. Es de saber que el primero que llevó trigo a mi patria (yo llamo así todo el Imperio que fue de los Incas) fue una señora noble, llamada María de Escobar, casada con un caballero que se decía Diego de Chaves, ambos naturales de Trujillo. A ella conocí en mi pueblo, que muchos años después que fue al Perú se fue a vivir a aquella ciudad; a él no conocí porque falleció en Los Reyes.
Esta señora, digna de un gran estado, llevó el trigo al Perú, a la ciudad de Rímac; por otro tanto adoraron los gentiles a Ceres por diosa y de esta matrona no hicieron cuenta los de mi tierra; qué año fuese no lo sé, mas de que la semilla fue tan poca que la anduvieron conservando y multiplicando tres años, sin hacer pan de trigo, porque no llegó a medio almud lo que llevó, y otros lo hacen de menor cantidad; es verdad que repartían la semilla aquellos primeros tres años a veinte y a treinta granos por vecino, y aun habían de ser los más amigos, para que gozasen todos de la nueva mies.
Por este beneficio que esta valerosa mujer hizo al Perú, y por los servicios de su marido, que fue de los primeros conquistadores, le dieron en la Ciudad de los Reyes un buen repartimiento de indios, que pereció con la muerte de ellos. El año de mil y quinientos y cuarenta y siete aún no había pan de trigo en el Cozco (aunque ya había trigo), porque me acuerdo que el Obispo de aquella ciudad, Don Fray Juan Solano, dominico, natural de Antequera, viniendo huyendo de la batalla de Huarina, se hospedó en casa de mi padre, con otros catorce o quince de su camarada, y mi madre los regaló con pan de maíz; y los españoles venían tan muertos de hambre que, mientras les aderezaron de cenar, tomaban puñados de maíz crudo que echaban a sus cabalgaduras y se lo comían como si fueran almendras confitadas. La cebada no se sabe quién la llevó; créese que algún grano de ella fue entre el trigo, porque por mucho que aparten estas dos semillas nunca se apartan del todo.
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