Capítulo XXXVI: Otras muchas leyes del Inca Pachacútec, y sus dichos sentenciosos.
"En suma, este Rey, con parecer de sus Consejos, aprobó muchas leyes, derechos y estatutos, fueros y costumbres de muchas provincias y regiones, porque eran en provecho de los naturales; otras muchas quitó, que eran contrarias a la paz común y al señorío y majestad real; otras muchas instituyó de nuevo, contra los blasfemos, patricidas, fratricidas, homicidas, contra los traidores al Inca, contra los adúlteros, así hombres como mujeres, contra los que sacaban las hijas de casa de sus padres, contra los que violaban las doncellas, contra los que se atrevían a tocar las escogidas, contra los ladrones, de cualquiera cosa que fuese el hurto, contra el nefando y contra los incendiarios, contra los incestuosos en línea recta; hizo otros muchos decretos para las buenas costumbres y para las ceremonias de sus templos y sacrificios; confirmó otros muchos que halló hechos por los Incas sus antecesores, que son éstos: que los hijos obedeciesen y sirviesen a sus padres hasta los veinte y cinco años; ninguno se casase sin licencia de sus padres y de los padres de la moza; casándose sin licencia, no valiese el contrato y los hijos fuesen no legítimos; pero si después de habidos los hijos y vividos juntos los casados, alcanzasen el consentimiento y aprobación de sus padres y suegros, entonces fuese lícito el casamiento y los hijos se hiciesen legítimos. Aprobó las herencias de los estados y señoríos, conforme a la antigua costumbre de cada provincia o reino; que los jueces no pudiesen recibir cohechos de los pleiteantes. Otras muchas leyes hizo este Inca, de menos cuenta, que las dejo por escusar prolijidad. Adelante diremos las que hizo para el gobierno de los jueces, para contraer los matrimonios, para hacer los testamentos y para la milicia y para la cuenta de los años. En estos nuestros días, el visorrey Don Francisco de Toledo trocó, mudó y revocó muchas leyes y estatutos de los que este Inca estableció; los indios, admirados de su poder absoluto, le llamaron segundo Pachacútec, por decir que era reformador del primer reformador. Era tan grande la reverencia y acatamiento que tenían a aquel Inca, que hasta hoy no pueden olvidarle".
Hasta aquí es del Padre Blas Valera, que lo hallé en sus papeles rotos; lo que promete decir adelante de las leyes para los jueces, para los matrimonios y testamentos, para la milicia y la cuenta del año, se perdió, que es gran lástima. En otra hoja hallé parte de los dichos sentenciosos de este Inca Pachacútec; son los que siguen:
"Cuando los súbditos y sus capitanes y curacas obedecen de buen ánimo al Rey, entonces goza el reino de toda paz y quietud.
"La envidia es una carcoma que roe y consume las entrañas de los envidiosos.
"El que tiene envidia y es envidiado, tiene doblado tormento.
"Mejor es que otros, por ser tú bueno, te hayan envidia, que no que la hayas tú a otros por ser tú malo.
"Quien tiene envidia de otro, a sí propio se daña.
"El que tiene envidia de los buenos saca de ellos mal para sí, como hace la araña en sacar de las flores ponzoña.
"La embriaguez, la ira y locura corren igualmente; sino que las dos primeras son voluntarias y mudables y la tercera es perpetua.
"El que mata a otro sin autoridad o causa justa, a él propio se condena a muerte.
"El que mata a su semejante, necesario es que muera; por lo cual los Reyes antiguos, progenitores nuestros, instituyeron que cualquiera homiciano fuese castigado con muerte violenta, y Nos los confirmamos de nuevo.
"En ninguna manera se deben permitir ladrones; los cuales, pudiendo ganar hacienda con honesto trabajo y poseerla con buen derecho, quieren más haberla hurtando o robando; por lo cual es muy justo que sea ahorcado el que fuere ladrón.
"Los adúlteros que afean la fama y la calidad ajena y quitan la paz y la quietud a otros deben ser declarados por ladrones, y por ende condenados a muerte, sin remisión alguna.
"El varón noble y animoso es conocido por la paciencia que muestra en las adversidades.
"La impaciencia es señal de ánimo vil y bajo, mal enseñado y peor acostumbrado.
"Cuando los súbditos obedecen lo que pueden, sin contradicción alguna, deben los Reyes y gobernadores usar con ellos de liberalidad y demencia; mas, de otra manera, de rigor y justicia, pero siempre con prudencia.
"Los jueces que reciben a escondidillas las dádivas de los negociantes y pleiteantes deben ser tenidos por ladrones y castigados con muerte, como tales.
"Los gobernadores deben advertir y mirar dos cosas con mucha atención. La primera, que ellos y sus súbditos guarden y cumplan perfectamente las leyes de sus Reyes. La segunda, que se aconsejen con mucha vigilancia y cuidado para las comodidades comunes y particulares de su provincia. El indio que no sabe gobernar su casa y familia, menos sabrá gobernar la república; este tal no debe ser preferido a otros.
"El médico o herbolario que ignora las virtudes de las yerbas, o que sabiendo las de algunas no procura saber las de todas, sabe poco o nada. Conviénele trabajar hasta conocerlas todas, así las provechosas como las dañosas, para merecer el nombre que pretende.
"El que procura contar las estrellas, no sabiendo aún contar los tantos y nudos de las cuentas, digno es de risa".
Estas son las sentencias del Inca Pachacútec; decir los tantos y nudos de las cuentas fue porque, como no tuvieron letras para escribir ni cifras para contar, hacían sus cuentas con nudos y tantos.
"En suma, este Rey, con parecer de sus Consejos, aprobó muchas leyes, derechos y estatutos, fueros y costumbres de muchas provincias y regiones, porque eran en provecho de los naturales; otras muchas quitó, que eran contrarias a la paz común y al señorío y majestad real; otras muchas instituyó de nuevo, contra los blasfemos, patricidas, fratricidas, homicidas, contra los traidores al Inca, contra los adúlteros, así hombres como mujeres, contra los que sacaban las hijas de casa de sus padres, contra los que violaban las doncellas, contra los que se atrevían a tocar las escogidas, contra los ladrones, de cualquiera cosa que fuese el hurto, contra el nefando y contra los incendiarios, contra los incestuosos en línea recta; hizo otros muchos decretos para las buenas costumbres y para las ceremonias de sus templos y sacrificios; confirmó otros muchos que halló hechos por los Incas sus antecesores, que son éstos: que los hijos obedeciesen y sirviesen a sus padres hasta los veinte y cinco años; ninguno se casase sin licencia de sus padres y de los padres de la moza; casándose sin licencia, no valiese el contrato y los hijos fuesen no legítimos; pero si después de habidos los hijos y vividos juntos los casados, alcanzasen el consentimiento y aprobación de sus padres y suegros, entonces fuese lícito el casamiento y los hijos se hiciesen legítimos. Aprobó las herencias de los estados y señoríos, conforme a la antigua costumbre de cada provincia o reino; que los jueces no pudiesen recibir cohechos de los pleiteantes. Otras muchas leyes hizo este Inca, de menos cuenta, que las dejo por escusar prolijidad. Adelante diremos las que hizo para el gobierno de los jueces, para contraer los matrimonios, para hacer los testamentos y para la milicia y para la cuenta de los años. En estos nuestros días, el visorrey Don Francisco de Toledo trocó, mudó y revocó muchas leyes y estatutos de los que este Inca estableció; los indios, admirados de su poder absoluto, le llamaron segundo Pachacútec, por decir que era reformador del primer reformador. Era tan grande la reverencia y acatamiento que tenían a aquel Inca, que hasta hoy no pueden olvidarle".
Hasta aquí es del Padre Blas Valera, que lo hallé en sus papeles rotos; lo que promete decir adelante de las leyes para los jueces, para los matrimonios y testamentos, para la milicia y la cuenta del año, se perdió, que es gran lástima. En otra hoja hallé parte de los dichos sentenciosos de este Inca Pachacútec; son los que siguen:
"Cuando los súbditos y sus capitanes y curacas obedecen de buen ánimo al Rey, entonces goza el reino de toda paz y quietud.
"La envidia es una carcoma que roe y consume las entrañas de los envidiosos.
"El que tiene envidia y es envidiado, tiene doblado tormento.
"Mejor es que otros, por ser tú bueno, te hayan envidia, que no que la hayas tú a otros por ser tú malo.
"Quien tiene envidia de otro, a sí propio se daña.
"El que tiene envidia de los buenos saca de ellos mal para sí, como hace la araña en sacar de las flores ponzoña.
"La embriaguez, la ira y locura corren igualmente; sino que las dos primeras son voluntarias y mudables y la tercera es perpetua.
"El que mata a otro sin autoridad o causa justa, a él propio se condena a muerte.
"El que mata a su semejante, necesario es que muera; por lo cual los Reyes antiguos, progenitores nuestros, instituyeron que cualquiera homiciano fuese castigado con muerte violenta, y Nos los confirmamos de nuevo.
"En ninguna manera se deben permitir ladrones; los cuales, pudiendo ganar hacienda con honesto trabajo y poseerla con buen derecho, quieren más haberla hurtando o robando; por lo cual es muy justo que sea ahorcado el que fuere ladrón.
"Los adúlteros que afean la fama y la calidad ajena y quitan la paz y la quietud a otros deben ser declarados por ladrones, y por ende condenados a muerte, sin remisión alguna.
"El varón noble y animoso es conocido por la paciencia que muestra en las adversidades.
"La impaciencia es señal de ánimo vil y bajo, mal enseñado y peor acostumbrado.
"Cuando los súbditos obedecen lo que pueden, sin contradicción alguna, deben los Reyes y gobernadores usar con ellos de liberalidad y demencia; mas, de otra manera, de rigor y justicia, pero siempre con prudencia.
"Los jueces que reciben a escondidillas las dádivas de los negociantes y pleiteantes deben ser tenidos por ladrones y castigados con muerte, como tales.
"Los gobernadores deben advertir y mirar dos cosas con mucha atención. La primera, que ellos y sus súbditos guarden y cumplan perfectamente las leyes de sus Reyes. La segunda, que se aconsejen con mucha vigilancia y cuidado para las comodidades comunes y particulares de su provincia. El indio que no sabe gobernar su casa y familia, menos sabrá gobernar la república; este tal no debe ser preferido a otros.
"El médico o herbolario que ignora las virtudes de las yerbas, o que sabiendo las de algunas no procura saber las de todas, sabe poco o nada. Conviénele trabajar hasta conocerlas todas, así las provechosas como las dañosas, para merecer el nombre que pretende.
"El que procura contar las estrellas, no sabiendo aún contar los tantos y nudos de las cuentas, digno es de risa".
Estas son las sentencias del Inca Pachacútec; decir los tantos y nudos de las cuentas fue porque, como no tuvieron letras para escribir ni cifras para contar, hacían sus cuentas con nudos y tantos.
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