CAPÍTULO XII: HUAYNA CÁPAC HACE REY DE QUITU A SU HIJO ATAHUALLPA

viernes, 31 de mayo de 2013

Capítulo XII: Huayna Cápac hace Rey de Quitu a su hijo Atahuallpa
El Inca Huayna Cápac, como atrás dejamos apuntado, hubo en la hija del Rey de Quitu (sucesora que había de ser de aquel reino) a su hijo Atahuallpa. El cual salió de buen entendimiento y de agudo ingenio, astuto, sagaz, mañoso y cauteloso, y para la guerra belicoso y animoso, gentilhombre de cuerpo y hermoso de rostro, como lo eran comúnmente todos los Incas y Pallas; por estos dotes del cuerpo y del ánimo lo amó su padre tiernamente, y siempre lo traía consigo; quisiera dejarle en herencia todo su imperio, mas no pudiendo quitar el derecho al primogénito y heredero legitimo, que era Huáscar Inca, procuró, contra el fuero y estatuto de todos sus antepasados, quitarle siquiera el reino de Quitu, con algunas colores y apariencias de justicia y restitución. Para lo cual envió a llamar al príncipe Huáscar Inca, que estaba en el Cozco; venido que fue, hizo una gran junta de los hijos y de muchos capitanes y curacas que consigo tenía, y en presencia de todos habló al hijo legítimo y le dijo: "Notorio es, príncipe, que conforme a la antigua costumbre que nuestro primer padre, el Inca Manco Cápac, nos dejó que guardásemos, este reino de Quitu es de vuestra corona, que así se ha hecho siempre hasta ahora, que todos los reinos y provincias que se han conquistado se han vinculado y anexado a vuestro imperio y sometido a la jurisdicción y dominio de nuestra imperial ciudad del Cozco. Mas porque yo quiero mucho a vuestro hermano Atahuallpa y me pesa de verle pobre, holgaría tuviésedes por bien que, de todo lo que yo he ganado para vuestra corona, se le quedase en herencia y sucesión el reino de Quitu (que fue de sus abuelos maternos y lo fuera hoy de su madre), para que pueda vivir en estado real, como lo merecen sus virtudes, que, siendo tan buen hermano como lo es y teniendo con qué, podrá serviros mejor en todo lo que le mandáredes, que no siendo pobre; y para recompensa y satisfacción de esto poco que ahora os pido, os quedan otras muchas provincias y reinos muy largos y anchos, en contorno de los vuestros, que podréis ganar, en cuya conquista os servirá vuestro hermano de soldado y capitán, y yo iré contento de este mundo cuando vaya a descansar con Nuestro Padre el Sol".
El Príncipe Huáscar Inca respondió con mucha facilidad que holgaba en extremo de obedecer al Inca, su padre, en aquello y en cualquiera otra cosa que fuese servido mandarle, y que si para su mayor gusto era necesario hacer dejación de otras provincias, para que tuviese más que dar a su hijo Atahuallpa, también lo haría, a trueque de darle contento. Con esta respuesta quedó Huayna Cápac muy satisfecho; ordenó que Huáscar se volviese al Cozco; trató de meter en la posesión del reino a su hijo Atahuallpa; añadióle otras provincias, sin las de Quitu; dióle capitanes experimentados y parte de su ejército, que le sirviesen y acompañasen; en suma, hizo en su favor todas las ventajas que pudo, aunque fuesen en perjuicio del príncipe heredero; húbose en todo como padre apasionado y rendido del amor de un hijo; quiso asistir en el reino de Quitu y en su comarca los años que le quedaban de vida; tomó este acuerdo, tanto por favorecer y dar calor al reinado de su hijo Atahuallpa como por sosegar y apaciguar aquellas provincias marítimas y mediterráneas nuevamente ganadas, que, como gente belicosa, aunque bárbara y bestial, no se aquietaban debajo del imperio y gobierno de los Incas; por lo cual tuvo necesidad de trasplantar muchas naciones de aquellas en otras provincias, y en lugar de ellas traer otras de las quietas y pacíficas, que era el remedio que aquellos Reyes tenían para asegurarse de rebeliones, como largamente dijimos cuando hablamos de los trasplantados, que llaman mítmac. 

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