Capítulo IV: De la utilidad de la lengua cortesana.
“Pues hemos dicho y probado cuán fácil es de aprender la lengua cortesana, aun a los españoles que van de acá, necesario es decir y conceder cuánto más fácil será aprenderla los mismos indios del Perú, aunque sean de diversos lenguajes; porque aquélla parece que es de su nación y propia suya. Lo cual se prueba fácilmente, porque vemos que los indios vulgares, que vienen a la Ciudad de los Reyes o al Cozco o a la Ciudad de la Plata o las minas de Potocchi, que tienen necesidad de ganar la comida y el vestido por sus manos y trabajo, con sola la continuación, costumbre y familiaridad de tratar con los demás indios, sin que les den reglas ni manera de hablar, en pocos meses hablan muy despiertamente la lengua del Cozco, y cuando se vuelven a sus tierras, con el nuevo y más noble lenguaje que aprendieron, parecen más nobles, más adornados y más capaces en sus entendimientos; y lo que más estiman es que los demás indios de su pueblo los honran y tienen en más, por esta lengua real que aprendieron. Lo cual advinieron y notaron los Padres de la Compañía de Jesús en el pueblo llamado Sulli, cuyo habitadores son todos Aymaraes, y lo mismo dicen y afirman otros muchos sacerdotes y los jueces y corregidores de aquellas provincias, que la lengua cortesana tiene este don particular, digno de ser celebrado, que a los indios del Perú les es de tanto provecho como a nosotros la lengua latina; porque demás del provecho que les causa en sus comercios, tratos y contratos y en otros aprovechamientos temporales y bienes espirituales, les hace más agudos de entendimiento y más dóciles y más ingeniosos para lo que quisieren aprender, y de bárbaros los trueca en hombres políticos y más urbanos. Y así los indios Puquinas, Collas, Urus, Yuncas y otras naciones, que son rudos y torpes, y por su rudeza aun sus propias lenguas las hablan mal, cuando alcanzan a saber la lengua del Cozco parece que echan de sí la rudeza y torpeza que tenían y que aspiran a cosas políticas y cortesanas y sus ingenios pretenden subir a cosas más altas; finalmente, se hacen más capaces y suficientes para recibir la doctrina de la Fe Católica, y cierto, los predicadores que saben bien esta lengua cortesana se huelgan de levantarse a tratar cosas altas y declararlas a su oyentes sin temor alguno; porque así como los indios que hablan esta lengua tienen los ingenios más aptos y capaces, así aquel lenguaje tiene más campo y mucha variedad de flores y elegancias para hablar por ellas, y de esto nace que los Incas del Cozco, que la hablan más elegante y más cortesanamente, reciben la doctrina evangélica, en el entendimiento y en el corazón, con más eficacia y más utilidad. Y aunque en muchas partes y entre los rudísimos indios Uriquillas y los fierísimos Chirihuanas, la divina gracia, muchas veces sin estas ayudas, ha obrado grandezas y maravillas, como adelante diremos; pero también se ve que por la mayor parte corresponde y se acomoda a estos nuestros humanos medios. Y cierto que entre otros muchos de que la Divina Majestad quiso usar para llamar y disponer esta gente bárbara y ferina a la predicación de su Evangelio, fue el cuidado y diligencia que los Reyes Incas tuvieron de doctrinar estos sus vasallos con la lumbre de la ley natural y con que todos hablasen un lenguaje, lo cual fue uno de los principales medios para lo que se ha dicho. Lo cual todos aquellos Reyes Incas (no sin divina providencia) procuraron, con gran diligencia y cuidado, que se introdujese y guardase en todo aquel su Imperio. Pero es lástima que lo que aquellos gentiles bárbaros trabajaron para desterrar la confusión de las lenguas, y con su buena maña e industria salieron con ello, nosotros nos hayamos mostrado negligentes y descuidados en cosa tan acomodada para enseñar a los indios la doctrina de Cristo, Nuestro Señor. Pero los gobernadores que acaban y ponen en efecto, cualquiera cosa dificultosa, hasta la muy dificultosa de la reducción de los pueblos, podrían también mandar y poner en ejecución ésta tan fácil, para que se quite aquella maldad de idolatrías y bárbaras tinieblas entre los indios ya fieles cristianos".
Hasta aquí es del Padre Blas Valera, que, por parecerme cosa tan necesaria para la enseñanza de la doctrina cristiana, lo puse aquí; lo que más dice de aquella lengua general es decir (como hombre docto en muchas lenguas) en qué cosas se asemeja la del Perú a la latina y en qué a la griega y en qué a la hebrea; que, por ser cosas no necesarias para la dicha enseñanza, no las puse aquí. Y porque no salimos del propósito de lenguas, diré lo que el Padre Blas Valera en otra parte dice, hablando contra los que tienen que los indios del Nuevo Orbe descienden de los judíos descendientes de Abraham, y que para comprobación de esto traen algunos vocablos de la lengua general del Perú que semejan a las dicciones hebreas, no en la significación sino en el sonido de la voz. Reprobando esto el Padre Blas Valera dice, entre otras cosas curiosas, que a la lengua general del Perú le faltan las letras que en las Advertencias dijimos, que son b, d, f, g, j jota, x, y que siendo los judíos tan amigos de su padre Abraham, que nunca se les cae su nombre de la boca, no habían de tener lengua con falta de la letra b, tan principal para la pronunciación de este nombre Abraham. A esta razón añadiremos otra, y es que tampoco tiene aquella lengua sílaba de dos consonantes, que llaman muta cum liquida, como bra, cra, cro, pla, pri, clla, cllo, ni otros semejantes. De manera que para nombrar el nombre Abraham, le falta a aquella lengua general no solamente la letra b, pero también la sílaba bra, de donde se infiere que no tienen razón los que quieren afirmar por conjeturas lo que no se sabe por razón evidente; y aunque es verdad que aquella mi lengua general del Perú tiene algunos vocablos con letras muta cum líquida, como papri, huacra, rocro, pocra, chacra, llaclla, chocllo, es de saber que para el deletrear de las sílabas y pronunciar las dicciones, se ha de apartar la muta de la liquida, como pap-ri, huac-ra, roc-ro, poc-ra, chac-ra, choc-llo y todos los demás que hubiere semejantes, en lo cual no advierten los españoles, sino que los pronuncian con la corrupción de letras y sílabas que se les antoja, que donde los indios dicen pampa, que es plaza, dicen los españoles bamba, y por Inca dicen Inga, y por roc-ro dicen locro, y otros semejantes, que casi no dejan vocablo sin corrupción como largamente lo hemos dicho y diremos adelante. Y con esto será bien volvamos a nuestra historia.
“Pues hemos dicho y probado cuán fácil es de aprender la lengua cortesana, aun a los españoles que van de acá, necesario es decir y conceder cuánto más fácil será aprenderla los mismos indios del Perú, aunque sean de diversos lenguajes; porque aquélla parece que es de su nación y propia suya. Lo cual se prueba fácilmente, porque vemos que los indios vulgares, que vienen a la Ciudad de los Reyes o al Cozco o a la Ciudad de la Plata o las minas de Potocchi, que tienen necesidad de ganar la comida y el vestido por sus manos y trabajo, con sola la continuación, costumbre y familiaridad de tratar con los demás indios, sin que les den reglas ni manera de hablar, en pocos meses hablan muy despiertamente la lengua del Cozco, y cuando se vuelven a sus tierras, con el nuevo y más noble lenguaje que aprendieron, parecen más nobles, más adornados y más capaces en sus entendimientos; y lo que más estiman es que los demás indios de su pueblo los honran y tienen en más, por esta lengua real que aprendieron. Lo cual advinieron y notaron los Padres de la Compañía de Jesús en el pueblo llamado Sulli, cuyo habitadores son todos Aymaraes, y lo mismo dicen y afirman otros muchos sacerdotes y los jueces y corregidores de aquellas provincias, que la lengua cortesana tiene este don particular, digno de ser celebrado, que a los indios del Perú les es de tanto provecho como a nosotros la lengua latina; porque demás del provecho que les causa en sus comercios, tratos y contratos y en otros aprovechamientos temporales y bienes espirituales, les hace más agudos de entendimiento y más dóciles y más ingeniosos para lo que quisieren aprender, y de bárbaros los trueca en hombres políticos y más urbanos. Y así los indios Puquinas, Collas, Urus, Yuncas y otras naciones, que son rudos y torpes, y por su rudeza aun sus propias lenguas las hablan mal, cuando alcanzan a saber la lengua del Cozco parece que echan de sí la rudeza y torpeza que tenían y que aspiran a cosas políticas y cortesanas y sus ingenios pretenden subir a cosas más altas; finalmente, se hacen más capaces y suficientes para recibir la doctrina de la Fe Católica, y cierto, los predicadores que saben bien esta lengua cortesana se huelgan de levantarse a tratar cosas altas y declararlas a su oyentes sin temor alguno; porque así como los indios que hablan esta lengua tienen los ingenios más aptos y capaces, así aquel lenguaje tiene más campo y mucha variedad de flores y elegancias para hablar por ellas, y de esto nace que los Incas del Cozco, que la hablan más elegante y más cortesanamente, reciben la doctrina evangélica, en el entendimiento y en el corazón, con más eficacia y más utilidad. Y aunque en muchas partes y entre los rudísimos indios Uriquillas y los fierísimos Chirihuanas, la divina gracia, muchas veces sin estas ayudas, ha obrado grandezas y maravillas, como adelante diremos; pero también se ve que por la mayor parte corresponde y se acomoda a estos nuestros humanos medios. Y cierto que entre otros muchos de que la Divina Majestad quiso usar para llamar y disponer esta gente bárbara y ferina a la predicación de su Evangelio, fue el cuidado y diligencia que los Reyes Incas tuvieron de doctrinar estos sus vasallos con la lumbre de la ley natural y con que todos hablasen un lenguaje, lo cual fue uno de los principales medios para lo que se ha dicho. Lo cual todos aquellos Reyes Incas (no sin divina providencia) procuraron, con gran diligencia y cuidado, que se introdujese y guardase en todo aquel su Imperio. Pero es lástima que lo que aquellos gentiles bárbaros trabajaron para desterrar la confusión de las lenguas, y con su buena maña e industria salieron con ello, nosotros nos hayamos mostrado negligentes y descuidados en cosa tan acomodada para enseñar a los indios la doctrina de Cristo, Nuestro Señor. Pero los gobernadores que acaban y ponen en efecto, cualquiera cosa dificultosa, hasta la muy dificultosa de la reducción de los pueblos, podrían también mandar y poner en ejecución ésta tan fácil, para que se quite aquella maldad de idolatrías y bárbaras tinieblas entre los indios ya fieles cristianos".
Hasta aquí es del Padre Blas Valera, que, por parecerme cosa tan necesaria para la enseñanza de la doctrina cristiana, lo puse aquí; lo que más dice de aquella lengua general es decir (como hombre docto en muchas lenguas) en qué cosas se asemeja la del Perú a la latina y en qué a la griega y en qué a la hebrea; que, por ser cosas no necesarias para la dicha enseñanza, no las puse aquí. Y porque no salimos del propósito de lenguas, diré lo que el Padre Blas Valera en otra parte dice, hablando contra los que tienen que los indios del Nuevo Orbe descienden de los judíos descendientes de Abraham, y que para comprobación de esto traen algunos vocablos de la lengua general del Perú que semejan a las dicciones hebreas, no en la significación sino en el sonido de la voz. Reprobando esto el Padre Blas Valera dice, entre otras cosas curiosas, que a la lengua general del Perú le faltan las letras que en las Advertencias dijimos, que son b, d, f, g, j jota, x, y que siendo los judíos tan amigos de su padre Abraham, que nunca se les cae su nombre de la boca, no habían de tener lengua con falta de la letra b, tan principal para la pronunciación de este nombre Abraham. A esta razón añadiremos otra, y es que tampoco tiene aquella lengua sílaba de dos consonantes, que llaman muta cum liquida, como bra, cra, cro, pla, pri, clla, cllo, ni otros semejantes. De manera que para nombrar el nombre Abraham, le falta a aquella lengua general no solamente la letra b, pero también la sílaba bra, de donde se infiere que no tienen razón los que quieren afirmar por conjeturas lo que no se sabe por razón evidente; y aunque es verdad que aquella mi lengua general del Perú tiene algunos vocablos con letras muta cum líquida, como papri, huacra, rocro, pocra, chacra, llaclla, chocllo, es de saber que para el deletrear de las sílabas y pronunciar las dicciones, se ha de apartar la muta de la liquida, como pap-ri, huac-ra, roc-ro, poc-ra, chac-ra, choc-llo y todos los demás que hubiere semejantes, en lo cual no advierten los españoles, sino que los pronuncian con la corrupción de letras y sílabas que se les antoja, que donde los indios dicen pampa, que es plaza, dicen los españoles bamba, y por Inca dicen Inga, y por roc-ro dicen locro, y otros semejantes, que casi no dejan vocablo sin corrupción como largamente lo hemos dicho y diremos adelante. Y con esto será bien volvamos a nuestra historia.
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