Diversos cronistas –Cieza de León, Guamán Poma de Ayala y Betanzos, entre otros –recogieron un mito diferente sobre los orígenes del dominio Inca: el de los hermanos Áyar.
Según este mito , cerca del Cusco, en el cerro Tamputoco, había tres ventanas o cuevas. De estas salieron tres grupos étnicos: los maras, los tampus y los áyar. De una de las cuevas, llamada Cápac Toco, salieron cuatro hermanos : Áyar Uchu, Áyar Cachi, Áyar Auca y Áyar Manco, acompañados de sus hermanas Mama Rahua, Mama Cora o Ipacura, Mama Huaco y Mama Ocllo. Juntos empezaron la búsqueda de la tierra donde se debían establecer.
En su camino, los hermanos se detenían un tiempo, cultivaban, esperaban la cosecha y partían nuevamente, Cuentan que, cuando se detuvieron en Guaynacancha, Mama Ocllo quedó embarazada. Allí permanecieron hasta la cosecha y luego continuaron su camino. En Tamboquiro, su siguiente parada, nació Sinchi Roca, hijo de Mama Ocllo y Áyar Manco.
Con el tiempo, los hermanos sintieron envidia o temor de Áyar Cachi, quien había desarrollado poderes mágicos especiales: valiéndose de su honda, con un solo tiro era capaz de tumbar cerros y crear quebradas. Los hermanos se pusieron de acuerdo y le pidieron a Áyar Cachi que regresara al cerro Tamputoco a recoger ciertos objetos que habían olvidado.
Cuando llegó, entró en la cueva a buscar el encargo y nunca más pudo salir, pues un enviado de sus hermanos cerró la entrada con una inmensa piedra.
Sin Áyar Cachi, los hermanos continuaron su camino y se detuvieron en el cerro Huanacaure. Allí, Áyar Uchu, a quien le habían crecido alas, voló hasta el Sol para recoger un mensaje.
La indicación era que Áyar Manco debía convertirse en el jefe de los hermanos. Pero al descender a la tierra, Áyar Uchu se convirtió en piedra allí mismo, en el centro Huanacaure.
Los hermanos siguieron su búsqueda y decidieron arrojar dos varas de oro que se hundirían cuando llegaran al lugar adecuado para su asentamiento definitivo. Una vara se hundió en un sitio denominado Huaynapata. Entonces, Áyar Manco ordenó a su hermano Áyar Auca que tomara la delantera y se presentase ante la gente del lugar. Áyar Auca emprendió el vuelo y al tocar tierra en Huaynapata también se convirtió en piedra. Se dice que en dicho lugar se construyó posteriormente el templo del Coricancha.
Áyar Manco debió enfrentar duramente a las poblaciones de la zona, hasta que logró dominarlas y tomar posesión definitiva del Cusco.
Según este mito , cerca del Cusco, en el cerro Tamputoco, había tres ventanas o cuevas. De estas salieron tres grupos étnicos: los maras, los tampus y los áyar. De una de las cuevas, llamada Cápac Toco, salieron cuatro hermanos : Áyar Uchu, Áyar Cachi, Áyar Auca y Áyar Manco, acompañados de sus hermanas Mama Rahua, Mama Cora o Ipacura, Mama Huaco y Mama Ocllo. Juntos empezaron la búsqueda de la tierra donde se debían establecer.
En su camino, los hermanos se detenían un tiempo, cultivaban, esperaban la cosecha y partían nuevamente, Cuentan que, cuando se detuvieron en Guaynacancha, Mama Ocllo quedó embarazada. Allí permanecieron hasta la cosecha y luego continuaron su camino. En Tamboquiro, su siguiente parada, nació Sinchi Roca, hijo de Mama Ocllo y Áyar Manco.
Con el tiempo, los hermanos sintieron envidia o temor de Áyar Cachi, quien había desarrollado poderes mágicos especiales: valiéndose de su honda, con un solo tiro era capaz de tumbar cerros y crear quebradas. Los hermanos se pusieron de acuerdo y le pidieron a Áyar Cachi que regresara al cerro Tamputoco a recoger ciertos objetos que habían olvidado.
Cuando llegó, entró en la cueva a buscar el encargo y nunca más pudo salir, pues un enviado de sus hermanos cerró la entrada con una inmensa piedra.
Sin Áyar Cachi, los hermanos continuaron su camino y se detuvieron en el cerro Huanacaure. Allí, Áyar Uchu, a quien le habían crecido alas, voló hasta el Sol para recoger un mensaje.
La indicación era que Áyar Manco debía convertirse en el jefe de los hermanos. Pero al descender a la tierra, Áyar Uchu se convirtió en piedra allí mismo, en el centro Huanacaure.
Los hermanos siguieron su búsqueda y decidieron arrojar dos varas de oro que se hundirían cuando llegaran al lugar adecuado para su asentamiento definitivo. Una vara se hundió en un sitio denominado Huaynapata. Entonces, Áyar Manco ordenó a su hermano Áyar Auca que tomara la delantera y se presentase ante la gente del lugar. Áyar Auca emprendió el vuelo y al tocar tierra en Huaynapata también se convirtió en piedra. Se dice que en dicho lugar se construyó posteriormente el templo del Coricancha.
Áyar Manco debió enfrentar duramente a las poblaciones de la zona, hasta que logró dominarlas y tomar posesión definitiva del Cusco.
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